Vinos con estilo, elegancia y distinción.Por Loyds.
Argentino, pero de clara ascendencia francesa, el ingeniero civil Jean Pierre Thibaud nació hace más de 80 años. Fue ejecutivo del Banco Francés, el Banco Mundial y las empresas Acindar y Loma Negra. Luego de dirigir durante diez años los destinos de Chandon, en 1998 decidió hacer realidad el sueño de la bodega propia. Junto al francés Jacques Louis de Montalembert crearon Ruca Malén (en lengua mapuche: “la casa de la joven”), al pie de la cordillera de Los Andes, en Mendoza.
Hace diez años que la bodega se dedica a la elaboración de vinos de excelencia, basados en el conocimiento pero, por sobre todo, en la pasión. En la actualidad comercializa los vinos Yauquén, Ruca Malén y Kinién, que pertenecen a los segmentos de $ 20, $ 40 y $ 90 respectivamente. El 45% de su producción se exporta a destinos internacionales, entre los que destacan Estados Unidos, Brasil, Inglaterra, Francia, Holanda, Uruguay, Canadá, México, Perú y Eslovenia, entre otros.
Entrevistamos a Monsieur Thibaud, quien se define a sí mismo como un adicto al trabajo y desde sus oficinas en Barrio Parque, sostiene que el más claro objetivo de su bodega fue siempre la alta calidad enológica.
¿Es cierto que no tomó vino hasta los 66 años y que al hacerse cargo de Chandon no sabía prácticamente nada del rubro?Es absolutamente cierto. La verdad es que le escapaba a todas las bebidas alcohólicas, convencido de que mi hígado no resistiría, porque había sufrido una crisis muy leve a los 22 años. Mi padre, francés, apreciaba el buen vino y tenía una linda colección en el sótano, que me tocó terminar cuando descubrí que era placentero tomar vino. Cuando me hice cargo de Chandon ignoraba todo del vino, pero gracias a las constantes degustaciones a que me sometían mis colegas de la bodega, corregí esa falencia.
¿Cómo llegó luego al sueño de la bodega propia?Cuando me jubilé de Chandon, había descubierto lo apasionante que es esta industria. Un colega del directorio de Chandon, Jacques Louis de Montalembert, gran amigo mío y experto en materia de distribución de bebidas que dirigía, en aquel entonces, los destinos de Quilmes, fue quien me propuso crear una bodega entre los dos. No vacilé para nada, aunque no teníamos viñedos, ni bodega ni organización para vender y distribuir la producción futura, que es lo más importante. Pero, con entusiasmo y algo de inconsciencia, nos tiramos al agua.
¿Qué aspectos prioriza Ruca Malén al momento de elaborar sus vinos?Soy un fanático de la calidad. Desde el primer día, traté de orientar la bodega hacia vinos de calidad. Tuvimos la suerte de lograrla con la primer cosecha: pocas botellas, pero realmente sobresalientes, que llamé "Grand Cru", apodo que tuve que cambiar por "Kinién" (el único), ante las críticas por haber tomado un nombre reservado para los grandes vinos de Borgoña o de Burdeos.
A partir de la incorporación del enólogo Pablo Cúneo en 2007, ¿ha logrado la bodega un vino de mayor calidad?Sin duda alguna. Encontré en él a un enólogo aún más apasionado que yo para lograr grandes vinos. Además, es un ingeniero agrónomo que sabe que el 100% de la calidad del vino está en la uva y cuida los viñedos propios y ajenos con un cariño comunicativo. Es tal esa pasión que cuando llegamos a la bodega, siempre me lleva primero a ver el viñedo para explicarme los trabajos en curso y sugerirme mejoras. Tener un enólogo que cuida así del viñedo es el sueño de todo dueño de una bodega.
Por otra parte, hacer un vino de calidad es una inversión a largo plazo: por lo menos 2 años entre el momento en que entra la uva y el de sacar la botella al mercado, muchas veces 3 años. Pablo entró con nosotros hace 2 años, sus vinos de alta gama están terminando de madurar. Y realmente reflejan lo que yo esperaba de ellos. El Malbec y el Cabernet Sauvignon estarán en el mercado recién a fin de este año. Otros, como el Petit Verdot y el Syrah, bastante antes.
¿Cómo está el mercado argentino hoy?El mercado argentino está empezando a sufrir los efectos de la recesión mundial. Hay menos turistas, que son importantes para nosotros porque los precios de los buenos vinos argentinos no los asustan y porque, de vacaciones, beben más fácilmente una buena botella. Y también porque la mayoría ha oído hablar del vino Malbec, todavía poco conocido para ellos. Por curiosidad, primero lo quieren probar, y luego lo toman porque les gusta.
Nuestra estrategia, cuando iniciamos la venta, fue cuidar los restaurantes, lo que se llama el canal de botella abierta, para que se conociera nuestro vino. El resultado es, tal vez, que ahora sufrimos un poco menos que el resto de nuestros colegas.
¿Cómo ve el futuro de la bodega? ¿Piensa retirarse algún día?Veo el futuro con optimismo, en particular porque vamos a privilegiar el mercado de exportación. Hoy estamos vendiendo la mitad de la producción en el mercado interno y exportamos la otra mitad. Hasta ahora hemos privilegiado el mercado doméstico. Pero nuestros volúmenes de producción son pequeños en relación a lo que pueden absorber los Estados Unidos u otros grandes mercados. Y nuestros colegas siguen teniendo tanto éxito con los mercados extranjeros que no tenemos dudas de poder crecer nosotros también. Además, como lo dije antes, la calidad de nuestros vinos está dando un gran salto este año, lo que favorecerá la venta.
En cuanto a retirarme, sí, todos nos tenemos que morir, algún día. Se trataría de un retiro definitivo. Por el momento, por pura cortesía, mis colegas en la empresa me quieren hacer creer que todavía puedo aportar algo. Y como me divierte lo que estoy haciendo, me dejo convencer, tal vez demasiado fácilmente.
(publicado en el nro. de abril / mayo de la Revista Buen Ayre Recoleta)