lunes, 28 de septiembre de 2009

13 años después

2 y 4 de diciembre. Estadio River Plate.
Entradas a la venta a partir de hoy.
Para comprarlas, acá.

domingo, 20 de septiembre de 2009

El blog puede ser negocio

Lisa Sugar empezó su blog sobre chismes de famosos hace cuatro años, en su tiempo libre. Ahora, ella y su esposo Brian tienen un pequeño imperio mediático llamado, lógicamente, Sugar Inc., con 12 blogs, 11 millones de lectores mensuales y anunciantes como Chanel y Sony.
El sueño de abandonar el trabajo cotidiano y vivir del ingreso de un blog ha demostrado ser inalcanzable para la mayoría de los bloggers . Pero unos pocos emprendedores, como los Sugar, han encontrado el éxito en las redes de blogs.
Mientras no exigen nada semejante a las tarifas publicitarias de las revistas de lujo, estas redes están atrayendo dólares por publicidad, mientras las revistas los pierden.


(de la nota de Claire Cain Miller en The New York Times, traducida por Mirta Rosenberg para La Nación)

domingo, 6 de septiembre de 2009

El Diario de Anna Frank

La versión teatral del Diario de Anna Frank, cuyas últimas funciones se dan este mes en el Multiespacio Los Angeles (se despide el 27 de septiembre) resulta realmente muy agradable de ver. Son para destacar los aciertos en la adaptación del texto y la mano firme de Helena Tritek en la dirección. Todo ello, sumado a la excelente interpretación de la protagonista Vanesa González y a la calidad general del resto del elenco, convierten a la obra en una experiencia para disfrutar. No por nada la obra se alzó con tres premios ACE y dos premios Clarín el año pasado.
La historia de la niña judía que cuenta en su diario íntimo (el más leído del mundo) la invasión de los nazis a Holanda, desde la buhardilla que ofició de escondite para su familia entre los años 1942 y 1944, sigue resultando dramática y conmovedora. La pieza alterna pequeños monólogos de la pequeña Anna dirigidos al público, con la representación de la difícil convivencia entre los Frank y los Van Daan en tan pequeño espacio, y en ese sentido resulta clave la certera iluminación de Omar Possemato. La escenografía de Carlos Di Pasquo es estática mas bien distribuida en el espacio y, el vestuario, a cargo de Seedy González Paz, sin duda resulta otro aspecto para resaltar por su buen tino.
Los picos emotivos, los miedos y las riñas internas de la convivencia aparecen logrados, principalmente porque la impecable Anna construida por González se halla muy bien acompañada por sus padres: Otto, perfectamente retratado por Norberto Díaz, y Edith. La familia Van Daan resulta también fielmente interpretada, aunque con algunos altibajos. Gustavo Rey (Sr. Van Daan) y Marcos Woinski (Sr. Kraler) están correctos, aunque no logren dotar a sus personajes de toda la emotividad que éstos les requieren, y conforman en su papel las sutiles Corina Fonrouge (Margot Frank) y Dalia Elnecavé (Sra. Miep).
Pero volvamos a Vanesa González, porque su actuación es descollante. Esta joven actriz de 22 años, que aparenta bastante menos y logra hacer creer que es una niña de 13 o 14, se brinda entera y con excelentes resultados, ya que consigue dotar a su personaje no sólo de credibilidad, sino también de una mezcla de emociones encontradas (esperanza, temor, ingreso a la pubertad, amor, culpa, alegría) que transmite al público con absoluta naturalidad. Un gran acierto su elección, que dio lugar a un papel brillante.

Multiespacio Los Angeles. Av. Corrientes 1764.
De miércoles a sábados a las 21 hs. Domingos 20 hs.
(publicado en La Guía del Ocio en Buenos Aires)

viernes, 4 de septiembre de 2009

Bastardos sin gloria

El regreso del más puro Quentin Tarantino ya es en sí mismo un motivo para celebrar. El director que saltó a una fama impensada con Pulp Fiction y deslumbró a todo el mundo con sus dos Kill Bill, sigue haciendo gala en su última película de una forma de narrar única en su género. Planteada en 5 capítulos, la historia retrata las aventuras de un grupo de judío-americanos cuyo único propósito es amasijar nazis de las formas más crueles posibles, para luego cortarles el cuero cabelludo (a lo apache) y marcarles, cual mensaje mafioso y/o advertencia, una cruz esvástica en la frente. El batallón es liderado por un Brad Pitt cercano a aquel gitano de Snatch o, al momento de hacerse conocido, a ese perverso bandido de Kalifornia, con un perfecto dominio de los tiempos y de su primitivísimo acento sureño. Pero él y sus hombres no van por gloria alguna, sólo quieren hacerse temer, matan por placer, como el policía de Tarantino en Perros de la calle, encarnado entonces por Michael Madsen.
Esta trama, tildada por muchos como irrespetuosa o burlesca, termina siendo una redención para las víctimas del holocausto. Tarantino acaba contando, desde el otro lado de lo bizarro (porque vaya si el nazismo fue bizarro) y a modo de venganza, lo que podría haber pasado y lo genial que hubiese sido si pasaba. La apuesta, sin dudas, es fuerte y audaz y quizás no del todo apta para papistas, pero el resultado, visto desde el humor negro, puede terminar siendo fascinante.
Desde el inicio mismo de la cinta, el director no esconde su intención de llenarnos las orejas de sus típicos y reiterados diálogos hilarantes, y la vista con imágenes grotescas y macabras. La música, de Ennio Morricone a David Bowie, como siempre acompaña a la perfección, y los distintos homenajes y guiños a distintos géneros y películas clásicas se repiten en otro sello inconfundible de Tarantino. Pero tal vez lo que más gratamente sorprende es que en todo momento los protagonistas hablan en el idioma en que deberían hablar (los alemanes en alemán, los italianos en italiano, los franceses en francés) y no en inglés con acentos inventados, algo tan egocéntricamente hollywoodense.
Un párrafo aparte merece el hallazgo de Christoph Waltz, un actor enorme que en el film le pone la piel al Coronel Landa, un malo por principios, de los mejores que se han visto últimamente, que además se da el lujo de hablar en cuatro idiomas casi a la perfección. Se roba la película, así de simple. No por nada Waltz, de origen austríaco, se llevó el premio al mejor actor en el último Festival de Cannes.
El desenlace final, explosivo, operístico, termina de coronar la audacia de un director que para algunos puede haberse internado en una delicada página de la historia con una incorrección política inédita y surrealista, pero a quien no puede negársele un talento y una valentía inmensos. Un loco de los que merecen la pena.