OCIO PORTEÑO

martes, 26 de marzo de 2013

Barbados reina en el Caribe

La Isla del Caribe acaba de celebrar 45 años de su independencia, pero entre sus incomparables costas de arenas blancas salpicadas por el agua de un mar transparente, sus enormes tortugas marinas y su exclusiva hotelería y gastronomía, exhibe un legado cultural, deportivo y religioso que remite directamente a la madre patria.

Jerry Taylor camina como un niño sobre las arenas claras de Browne’s Beach, en Carlisle Bay, vecina a Bridgetown, la capital de Barbados. Saludable y conversador, este descendiente de escoceses nacido en la isla hace 84 años, que hoy reparte su año entre Canadá y su casa barbadiense, nos cuenta que en 1948 se demoraban 14 días en barco para llegar a esta misma playa que aún no existía por lo alto de las mareas. A su vez, nos ruega que no escribamos demasiadas bondades acerca del lugar porque “supo ser un paraíso terrenal, aún lo sigue siendo y no queremos ser invadidos por los turistas”.

PLAYAS DE ENSUEÑO

Será difícil hacerle caso tras una pequeña recorrida inicial por sus distintas playas, que las hay para todos los gustos, desde tranquilas con aguas de un fuerte celeste en el lado del mar caribe de un lado, hasta la bravura del océano atlántico en la escarpada y rocosa parte opuesta, más codiciada por solitarios y surfistas.

Recorrer la parte caribeña del sur de la Isla en un catamarán es una muy buena opción, para adquirir así una real dimensión de sus paradisíacas playas, descansar a sol y a sombra sobre las aguas del caribe y, sobre todo, tener la posibilidad de hacer snorkel rodeado de tortugas marinas de casi un metro de largo. Una experiencia realmente única, no lo duden.

BRIDGETOWN

Toda la isla de Barbados está conectada por una moderna red de caminos y servicios. Como ex colonia británica, obvio es decirlo, conducen con el volante a la derecha. El centro neurálgico y administrativo es Bridgetown, la capital, denominada así por los puentes que la atraviesan de lado a lado. La ciudad y más que nada su Parlamento semejan por momentos una pequeña escala londinense.

La mayor parte de la población barbadiense es afroamericana, descendiente de esclavos traídos de África para trabajar en las plantaciones de azúcar, actividad que dio vida a la isla durante siglos. Hoy en día son los turistas amantes del shopping, que tienen exentos sus impuestos al exhibir su pasaporte, quienes movilizan mayormente una economía muy ligada aún al Commonwealth.

DE PLANTACIONES Y JARDINES

Los cañaverales siguen diciendo presente a los costados del camino. Hoy es posible visitarlos y almorzar en las antiguas plantaciones que son un verdadero viaje al pasado, a una película de época. Otro atractivo programa es recorrer la destilería de uno de sus derivados, el ron, que la pionera marca Mount Gay fabrica en Barbados desde 1703.

Pero la vegetación de la Isla es por demás variopinta y es por eso que han proliferado nutridos jardines botánicos privados que bien vale la pena visitar. Un buen ejemplo son los Huntes Gardens, de Anthony Hunte, descendiente de los primeros sirvientes británicos llegados a Barbados, cuya variedad, colorido y belleza impresionan en serio.

DEPORTES DE LO MÁS VARIADOS

Así como la religión predominante es la anglicana, el cricket –otra herencia británica- es el deporte nacional en Barbados. Su imponente estadio Kensington Oval, visible a varios kilómetros de distancia, así lo certifica. Pero eso no es todo.

Además de los obvios deportes náuticos, entre los que descollan el buceo al tratarse de una isla de coral y el surf, con spots reconocidos internacionalmente como el “Soup Bowl” en la playa de Batsheba, Barbados tiene 5 canchas de golf de primer nivel, como Sandy Lane y el Barbados Golf Club.

Imposible no mencionar al flamante Apes Hill Club de polo y golf, que cuenta con un campo de ensueño creado recientemente por Sir Charles Williams, el mayor hacendado de la Isla. Amante del polo, Williams viaja con frecuencia a la Argentina, de donde se lleva los caballos y sus cuidadores hasta Barbados, para jugar torneos en los que participan sus hijos junto a importantes polistas y hasta los príncipes herederos William y Harry.

GASTRONOMÍA Y HOTELERÍA DE LUJO

En Barbados abundan los restaurantes de primer nivel, donde uno puede degustar el famoso Flying Fish (pez volador) preparado de mil maneras distintas, muchas de ellas influenciadas por la tendencia al picante de la cocina británica, o simplemente deleitarse con unos mariscos que serán difíciles de olvidar: langosta, centolla, camarones, todo está permitido.

En el extremo sur que da al mar caribe, además, la Isla cuenta con una moderna infraestructura hotelera, elegida año a año por ricos y famosos del Reino Unido y los Estados Unidos. Por citar a algunos, Tiger Woods (que se casó en el exclusivo Sandy Lane Resort), la nativa Rihanna, los Rolling Stones (que más de una vez grabaron allí) y la mismísima reina Isabel suelen visitar ese verdadero paraíso terrenal llamado Barbados.

(Nota publicada en ViajeroGlobal.com y en la Revista Vinicius Argentina. Texto y Fotos: Loyds)

martes, 9 de marzo de 2010

Congratulations


domingo, 7 de marzo de 2010

Pobres y escritores

En cuanto a los escritores, difícil que les vaya peor que ahora, que cobran como máximo un 10 por ciento de lo que generan en un 90. Los que tengan su público hasta podrán vender sus libros por SMS y acaso ganar buen dinero. Y los que no, seguirán contentos de que alguien los publique y alguien los lea, aunque más no sea en copias piratas por las que acaso no reciban ni un comment de agradecimiento.
Ningún escritor se opone a ganar cuatro o cinco pesos por cada libro vendido, pero no creo que tampoco nadie prefiera esos billetes a tener un lector, que por lo demás no tendría problemas en pagar por lo que lee si no le pidieran cuarenta o cincuenta pesos para hacerlo. La literatura no nació para ser un negocio y tampoco va a morir si deja de serlo, y los escritores igual tienden a ganarse la vida en sus márgenes.

(de la nota de Ariel Magnus a favor del libro digital, publicada en la Revista Ñ del 27/02/10)

viernes, 5 de marzo de 2010

Sólo para Parejas (Couples Retreat)

Ayer se estrenó en las salas porteñas la última comedia de Vince Vaughn, dirigida por el debutante Peter Billingsley. Reconozco que en lo personal siempre me generan expectativas las películas protagonizadas por esa nueva gran generación de actores cómicos integrada por Ben Stiller, Owen Wilson, Vince Vaughn o Will Ferrell. Para ser más claro: me hacen reír y mucho, más allá del mayor o menor contenido que puedan tener los gags de cada film que, al fin y al cabo, fueron hechos para eso nada más, para hacer reír. Y conmigo lo consiguen.
Pero en el caso de Couples Retreat, estrenada aquí como Sólo para Parejas, salí bastante desilusionado. Porque la película no se sostiene, Vince se repite mucho (actúa de Vince), los remates son obvios, los chistes chabacanos y la historia se alarga sin muchas risas del espectador.
El argumento nos presenta a cuatro parejas amigas, una de las cuales está atravesando una crisis matrimonial. Me corrijo, en realidad la crisis está omnipresente en todas las parejas, pero hay una sola que se hace cargo o es consciente de ello. Y en su búsqueda de una solución encuentran una especie de club paradisíaco all inclusive en el Caribe, diseñado exactamente para matrimonios con problemas, con terapia de pareja incluida. El tema es que el precio es muy alto, pero se abarata mucho si van varias parejas juntas. Así que allí van a convencer a sus amigos. Y finalmente lo consiguen.
A partir de esta premisa se pueden suceder todo tipo de situaciones y el espectador se embarca en ese viaje con grandes expectativas. Buen escenario, buenos actores (Vince y Jason Bateman) y lindas chicas, todo promete. Pero la cosa se va diluyendo poco a poco, la película termina volviéndose naif e infantil (hay un duelo de guitar hero que no tiene razón de ser) y, por supuesto, acabará a la americanísima potencia. Una especie de American Pie pero con gente más grande y bastante menos inspirada.
Una pena, porque el marco daba para algo mucho más logrado. Con lo que cuesta encontrar una buena comedia. Pero bueno, para pasar el rato, en casa y con helado, puede ir perfectamente. Mientras tanto, habrá que esperar por Greenberg, con Ben Stiller, que dicen que se las trae, cuyo estreno mundial está previsto para el próximo 12 de marzo en Estados Unidos.

miércoles, 3 de marzo de 2010

lunes, 1 de marzo de 2010

Vuelve Alejandría


sábado, 27 de febrero de 2010

Coldplay llenó River y dejó a todos contentos

Después de tres años Coldplay volvió a presentarse en la Argentina. Pero esta vez, a diferencia del 2007, cuando tocó para unos pocos en el Gran Rex, fue en el mayor estadio de Buenos Aires, a pocos días de levantarse su clausura para recitales y con entradas agotadas. Casi 65.000 personas pudieron disfrutar anoche, a partir de las 9 y cuarto, de 25 canciones entre las cuales no faltó prácticamente ninguno de sus más conocidos hits.
El cuarteto británico integrado por Chris Martin (piano, guitarra y voz), Guy Berryman (bajo), Jon Buckland (guitarra) y Will Champion (batería y voz) lució aceitado, como siempre, y muy bien predispuesto con el público de principio a fin. El concierto arrancó con esa especie de obertura instrumental que es Life in Technicolor y siguió enseguida con una batería de clásicos conformada sin solución de continuidad por Violet Hill, Clocks, In my Place y, por supuesto, Yellow. Apoyada en un sonido perfecto y una iluminación grandilocuente la banda, enfundada en sus clásicas chaquetas mod, se movió con comodidad y buen humor por el enorme escenario dispuesto en forma simple y con dos extensiones en cada uno de sus lados que luego servirían para una mayor aproximación con el público.
Las pocas gotas que cayeron poco antes del inicio del show no pasaron de allí y la gente pudo corear sin sobresaltos la mayoría de las canciones. Chris Martin, que en eso de interactuar con sus fans es un verdadero maestro, hizo gala de todos sus encantos: desde un impecable estado físico que le permitió correr de una punta a la otra del escenario, hasta sus peculiares bailes -una mezcla entre Bono de U2 y la danza de la lluvia-, todo estuvo presente. Hasta se dio el lujo de intentar una conversación en castellano, que no prosperó y fue desechada por él mismo poco después con toda sinceridad: my spanish is fucking awful, dijo.
La presentación de Viva la Vida en Latinoamérica, que seguirá por Río de Janeiro, San Pablo, Bogotá, México DF, Guadalajara y Monterrey, empezó entonces de la mejor manera. Flanqueados por el cuadro de Delacroix que inspiró la estética del álbum, los músicos crearon un clima perfecto ya desde el vamos, con el bombardeo de hits inicial, clima que a lo largo de la noche sería retroalimentado una y otra vez con globos gigantes, fuegos de artificio y una lluvia eterna de papelitos plateados.
Entre otras canciones que hicieron bailar a todo el mundo, como God Put a Smile in Your Face, Fix You y, sobre todo, Viva la Vida, se tomaron el trabajo de improvisar dos pequeños sets más íntimos a cada extremo del escenario. El segundo de ellos, acústico y bien cerca de la gente (salieron de escena y volvieron a aparecer en un pequeño espacio casi en la mitad del campo) fue tal vez el más peculiar, ya que sorprendieron a la audiencia con una simpática versión de Billie Jean, como homenaje al fallecido Rey del Pop, y con un tema especialmente compuesto para la ocasión llamado Don Quixote que, creer o reventar, incluye el tarareo típicamente argentino de olé, olé, olé.
Cerca del final fue el turno de la poderosa Politik y de Lovers in Japan, momento en el que Martin, que ya se había acostado en el piso y había bailado con la gente haciendo girar una llamativa sombrilla roja de estilo oriental, hizo la ya clásica embanderada demagógica, al tomar una bandera argentina que le alcanzaron del público. Habían pasado casi dos horas, el estadio estaba feliz y todavía faltaban los bises.
Y los muchachos no se hicieron esperar. Solo al piano, Chris le regaló a la gente esa canción preciosa que es The Scientist, para luego cerrar la fiesta con el remix de Life in Technicolor y The Escapist, todo un viaje psicodélico. Un concierto realmente muy agradable, casi perfecto. Como cereza del postre, al salir, el público recibió como regalo Left Right, un pequeño álbum en vivo de la banda, ideal para seguir escuchándola en el viaje de regreso o al llegar a casa.